¿Los mosquitos podrían acabar
con la humanidad?
Este es el fragmento de un blog que publicó Alonso Martínez, analista de cine. Lo comparto con ustedes porque el tema me parece muy interesante y delicado.
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¿Alguna vez has batallado para conciliar el sueño por el zumbido o los piquetes de los mosquitos? |
«¡Puto
mosquito!» Ya pasaron dos horas desde que intentaste dormir. Has girado al
menos 30 veces en tu cama sacudiendo cobijas, moviendo las manos e incluso
pegándole a tu oído porque ese puto mosquito no te deja en paz.
Como si fuera
un jodido piloto de alguna guerra importante, viaja de izquierda a derecha,
busca cumplir su misión de picarte en cualquier momento y lo único que piensas es por qué
chingados te quiere a ti y por qué carajos sólo pasa por encima del oído.
«¿Cómo es que sabe que pasar por la oreja es lo peor que me puede hacer?
Tiene
todo mi cuerpo para picar. ¡Que me chupe las piernas, los muslos, los brazos,
pero que ya deje de estar chingando el oído con su bzzzz infinito!»
Lo odias
por cómo desaparece cuando enciendes la luz. «Es una puta rata voladora», e incluso
comienzas a dudar de tu sentido del oído y justo cuando crees que en una de tus
vueltas lograste atraparlo y destruirlo, escuchas cómo el sonido agudo que indica
que está a punto de acercarse a ti comienza a taladrar en tu cerebro,
provocándote un llanto de desesperación que, esperas, te ayude a olvidarte de
esa alimaña y por fin puedas dormir.
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Son una horda de salvajes picadores en busca de tu sangre |
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Parece que nos odian. Ningún otro animal tiene tanto
desprecio por nosotros. Sin siquiera verlos o atacarlos, se deciden a lanzarse
hacia nuestro cuerpo dejándolo lleno de marcas, ronchas y bacterias.
Su
asqueroso tubo succiona nuestra sangre, como si deseasen que muriéramos. Nos
quieren exterminar y la única forma en que pueden intentarlo es rodeándonos,
robándose nuestros fluidos vitales, privándonos del sueño hasta que perdamos la
cabeza o esperar a que dejemos de respirar para alimentarse de nuestro cuerpo y
dejárselo a los gusanos. No se deberían llamar mosquitos. Deberían
llamarse muerte.
Su nombre era muerte, fue el
título que le dio el reconocido autor mexicano Rafael Bernala a su obra
que revolucionó el género de la ciencia ficción dentro de la literatura
nacional, la cual presentaba a los mosquitos como crueles seres que desean
erradicar a la humanidad de la faz de la tierra. Publicada en 1947, una época
inusual para una novela de sci-fi latino, la obra muestra a un
protagonista serio, misántropo, hundido en su adicción con el alcohol, quien al
despreciar a la humanidad se ha quedado sólo a unos cuantos pasos de tocar
fondo. No obstante, al tratar de escapar de su locura, se convierte en víctima
de un grupo enorme de mosquitos, quienes parecen conocerlo a fondo y desean
destruir su cuerpo y alma.
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Rafael Bernala autor mexicano de "Su nombre era muerte" |
La visión del autor presenta a los mosquitos como
entes demoniacos que desean erradicar a la humanidad, éstos la odian casi de la
misma forma que el protagonista, tal como lo expresa durante sus largos
monólogos en los que analiza el comportamiento de la sociedad y sus decepciones
ante el futuro que le espera.
Todo comienza cuando el narrador busca la calma,
pero al verse amenazado por los insectos se convierte en un asesino perfecto de
ellos. Eventualmente comienza a obsesionarse al mismo nivel que con las
personas y decide aprender su lenguaje, así que pasa un largo tiempo escuchando
sus sonidos, los ritmos y las diferentes secuencias de ruidos que expulsan
hasta que descubre que desean asesinar a todos los humanos. Es entonces cuando
fabrica un dispositivo con el que puede comunicarse con ellos y comienza a
compartirles sus ideas, posiblemente explotando sus sueños genocidas.
«Me dediqué
en cuerpo y alma a catalogar los sonidos que escuchaba en las noches, anotando
la ocasión en que habían sido emitidos y lo que yo suponía pudiera significar.
Para anotar los zumbidos desarrollé un sistema donde incluía las
intermitencias, lo agudo o lo grave del sonido, lo prolongado de los intervalos
y la nota musical en la que se emitían.
Pronto vi, en lo que se refiere a las
notas, que los moscos usan semitonos de la escala, así que en cada tono hay
doce sonidos más o menos agudos. […] Claro está que el tono de los sonidos no
es exactamente igual al de los hombres pero tiene una gran semejanza y se puede
uno guiar por ello. […] Observé que había un cierto sonido en Mi en voz de bajo
repetido dos veces, con una breve intermitencia. […] Pude darme cuenta de que
al producirlo un mosco acudían otros, de lo que deduje se trataba de un
llamado».
A pesar de que el constante odio parece ser el centro
de la novela, cuando un grupo de personajes entra en la vida del narrador, todo
cambia.
Aunque continúa comunicándose con los mosquitos, finalmente tiene un
espacio para alejarse de la inmundicia y una última oportunidad para sacar su
cabeza de la ventana y poder respirar. A través de una mujer y un grupo de
individuos comienza a cuestionar su misantropía y mira con otra perspectiva su
vida, dándose cuenta de que creó un muro de misterio alrededor de un pasado que
ya no logra identificar claramente.
Es en esa transición donde el relato se
separa de cualquier otra obra de sci-fi y se establece como una mezcla única
entre una historia de descubrimiento y de "limpieza" en medio del
caos inminente.
Aunque
algunos podrían afirmar que la influencia del autor no viene precisamente de
esa obra, sirvió como un parteaguas para demostrar que también se crean
historias de ciencia ficción en México.
A pesar de que no existen tantas obras
reconocidas del género, algunas como Sin Resaca de Ricardo Guzmán
Wolffer siguen su misma línea de novela negra, con un personaje misántropo y
alcohólico dentro de su propia aventura futurista.
Sin embargo, Bernala no
trata de situarnos en otro tiempo, sino mostrarnos la crudeza de una época y
cómo podemos desarrollar un odio intenso por el insecto más pequeño e
insignificante.
Al elegir a ese bicho como antagonista no sólo utilizó algo que
fácilmente podemos despreciar, sino algo tan banal que demuestra que el humano
puede desarrollar desdén por las cosas más simples.
Para prevenir y combatir ratas, ratones, alacranes, arañas, chinche
de la cama, cucarachas, mosquitos o cualquier otra plaga que además de incómoda,
molesta y asquerosa pueda poner en ri
esgo su salud y su vida:
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